sábado, 27 de abril de 2013

La felicidad


La felicidad es lo que todas las personas buscamos y que nos parece tan difícil de encontrar.

Creemos que llegará un momento en el que seremos felices y ya esa felicidad no se acabará nunca, pero no es así. La felicidad no es permanente, no todo puede ser perfecto, “de color de rosas”, siempre va a haber momentos buenos y momentos malos. Lo que hay que hacer es saber apreciar esos momentos porque puede que no se vuelvan a repetir, como todo el mundo dice hay cosas que solo pasan una vez en la vida.

No creo que haya una felicidad completa, ni auténtica, ni ninguna por el estilo, porque no a todo el mundo le hacen feliz las mismas cosas y porque como he dicho antes la felicidad nunca es eterna.

Muchas veces decimos que seríamos felices si nos tocara la lotería, pero nos equivocamos. Cierto es que el dinero ayuda, porque te despreocupas de cosas como la hipoteca, las facturas…, y porque te puedes permitir caprichos que antes estaban fuera de tu alcance, pero volviendo a lo que iba, todo eso es materialista. Con el tiempo uno se da cuenta de que tener dinero no te hace feliz, es más acabas cansándote de él y provoca que las personas a las que quieres se alejen de ti, porque cambia nuestra manera de ser.

Uno acaba sintiéndose solo y es en ese momento cuando uno echa en falta lo que el dinero no puede darle, una familia que te quiere, amigos, amor, el trabajo que te gusta, unas metas que conseguir…, y, a pesar de los momentos malos, se es feliz con eso.

Otra cosa que voy a comentar es el concepto de felicidad falsa. Desde mi punto de vista, sí que existe. Cuando uno es feliz por algo que no debería estarlo, se le llama felicidad falsa.

Por ejemplo, si tú tienes un novio al que quieres mucho y dices que eres feliz con él, pero que en realidad te humilla y te trata fatal, eso no es felicidad, solo que tú crees que sí, y rechazas la opción de que eso no sea así.

Mi consejo es que no perdamos el tiempo en buscar la felicidad, que vivamos lo mejor que podamos y apreciemos lo que tenemos, porque hasta el más pobre puede ser mil veces más feliz que el hombre más rico del mundo.